¿Por qué
lloran los bebes? BUAAA!.
Un bebé llama y espera respuesta.
Este es un interrogante largamente repetido
a través del tiempo.
Cada vez se intenta, sin embrago, dar
respuestas más científicas.
La vida de los chicos parece estar inevitablemente
ligada al llanto. Lo que implica que no
este agotado el entendimiento de los porques
que suscita cada vez que un vagido inunda
el aire anunciando la inauguración
de una vida nueva.
Si antaño el llanto de los bebés
se tomaba como una manifestación
evolutiva incapaz de crear preocupación
alguna, no ocurre lo mismo hoy.
El llanto de ha transformado en un rico
elemento para ser investigado, desde ópticas
bien distintas aunque todas interesantes.
A nivel pediátrico, por ejemplo,
el llanto, más aún, sus
tonalidades, frecuencia y duración,
constituyen un dato semiológico
de gran importancia.
Parece ser que los bebés muy llorones
son materia de preocupación médica,
como así también los pequeños
que nunca lloran.
Patologías muy diversas, que a
veces acusan sintomatología confusa
por lo semejante con otros cuadros clínicos,
pueden ser deslindadas en su diagnóstico
atendiendo a la cualidad del llanto del
enfermito.
No es igual, para un médico experto,
un llanto provocado por una digestión
dolorosa que otro causado por la inflamación
de oídos.
Cada patología, fuese más
o menos severa, parece tener su llantina
característica.
Los pediátras han progresado enormemente
en este campo. Primero valiéndose
de la cooperación de la madres
de sus pacientes y últimamente,
con la utilización de grabaciones
comparadas.
Así como el llanto colabora en
la denuncia de la enfermedad, se manifiesta
en instancias no menos relevantes.
EL LLANTO –
COMUNICACIÓN
Algunas hechos de observación corriente,
como la ansiedad que despierta en su mamá
el lloro del bebé, han pasado a
ser en los últimos años,
hechos de interés científico.
Notables comprobaciones se han realizado
respecto de la repercusión del
llanto del hijo en la madre y posteriormente
a la interacción que ambos protagonizan,
sus consecuencias para el apego madre-hijo.
Fisiológicamente, el llanto del
bebé, motiva la erección
de los pezones maternos, puebra de maternidad
que hubiera ahorrado esfuerzos al rey
Salomón en su tiempo. Ciertamente,
esta respuesta solo es producida en la
madre biológica del pequeño.
Pero este es solo un dato revelador, que
no agota la manifestación de una
ligadura muy profunda en la relación
de la madre y su niño, a través
del llanto.
A nadie sorprende que la cuatro categorías
básicas adjudicadas al llanto:
hambre, dolor, sueño, molestia,
hallan sido detectadas por las mismas
mamás.
Y aún más llamativo resulta
que sea una capacidad materna espontánea
y universal la de distinguir, sin ningún
entrenamiento previo, estas calidades
del llanto en el propio hijo.
Las madres primetrisas, por ejemplo, “
aprenden” con asombrosa rapidez
a identificar el tipo de llanto con la
causa que lo provoca, mientras un ajeno
o aún el propio padre, que perplejo
ante su incapacidad para realizar tal
distinción.
Muy pronto el llanto adquiere un sentido
de demanda, de llamado que es propio de
la especie, en tanto parte del cachorro
humano solicitando protección,
cuidado, afecto, ayuda, de sus adultos
semejantes.
Si al principio el llanto tiene la apariencia
de un llamado visceral y urgente, si es
su sentido de segura necesidad el prioritario,
poco a poco irá desligándose
de su raíz orgánica para
humanizarse apoyado sobre el crisol de
los afectos.
Porque el llanto es comunicación.
ANTES DE LA PALABRA
El llanto participa
activamente en la constitución
de un código, inédito, único
que comparten la madre y el hijo.
Antes de la palabra, el bebito y su madre
se comunican a través de la variabilidades
del tono muscular, de una lectura del
gesto y de la voz.
Claro, en un principio la mamá,
como que es el ente más experimentado
del binomio, capta las señales
del bebé, corresponde a ellas y
emite sus propias señales de un
modo visiblemente más organizado
que el pequeño.
La mamá habla o canturrea mientras
su bebé llora o grita.
La mamá acaricia o manipulea hábilmente
el cuerpito para higienizarlo o vestirlo,
mientras el niño se agita en un
desordenado pataleo.
Sin embargo, poco a poco, un entendimiento
más sutil y armonioso irá
ganando terreno entre ambos.
El pequeño reconoce ya a su madre
como un objeto de amor separado de si
mismo, pasado los primeros tiempos de
adaptación.
Ahora es capaz de sentirse solo y de sentir
nostalgia. Cuando extraña a su
mamá, el llanto le servirá
de vehículo para su mensaje.
El llanto es entonces expresión
de soledad, necesidad de consuelo y de
presencia. Pero otras veces, sus fantasías
su ansiedad o su temor encontrarán
también cause en el llorar.
Durante la primera infancia, llorar es
una forma de significar, de transferir
información a cerca de las vivencias
propias, con un destinatario evidente:
la madre o el adulto próximo al
niño.
Los pequeños no lloran “
porque sí”, sino que lo hacen
vivamente conmovidos por emociones o sentimientos
intensos i a la ves “ incomunicables”
por otra vía.
Una madre que consigue comprender a su
pequeño y atender a su llanto amorosa
y serenamente contribuye de un modo definitoria
a la estructuración de un psiquismo
sano.
Una técnica, por llamarla de algún
modo, destinada a doblegar el llanto infantil,
consiste en dejar que el chico llore hasta
cansarse. Por ejemplo, cuando no quiere
quedarse solo a la hora de dormir. Algunos
aseguran que la técnica es infalible,
porque después de una o dos noches
el niño no llorará más
y se dormirá sin protestar.
Puede creerse que quienes opinan no se
han preguntado seriamente que precio psicológico
a pagado el niño por ese silencio.
Cuanto ha costado esa renuncia a comunicarse
y la frustrada aceptación de su
impotencia?.
Sabemos que el niño comprende mucho
antes de poder hablar. Pera a veces no
se tiene tan claro que el bebé
se expresa antes de poder comprender.
Y que buena parte de esa expresión
se deposita en el llanto.
Después aparecerá el balbuceo
o laleo. Más tarde la fonación
se enriquece con el grito. A medida que
el ni{o crece utilizará formas
mixtas, combinando el balbuceo, el grito
y el llanto.
La capacidad de la madre para decodificar
el mensaje del llanto infantil se patentiza
en otra inigualable capacidad materna:
la de consolación.
Cuando la mamá consigue una consolación
relativamente fácil, cuando el
llanto es breve, puede deducirse una relación
afectivamente positiva con el niño.
Cuando por el contrario la mamá
no comprende porque llora su niño,
cuando lo deja llorar sin intentar un
consuelo, cuando a pesar de querer acallarlo
no consigue su contento, podemos suponer
que un desentendimiento profundo subyace
en la relación.
HEREDEROS DEL
LLANTO
Aún cuando se
ha producido el acceso del niño
al lenguaje, el llanto no será
abandonado como expresión.
Pero el chiquilín, emancipado en
gran medida de su dependencia anterior
cuando carecía de otros medios
expresivos eficaces, solo recurrirá
al llanto en especiales ocasiones. Cuando
se producen regresiones típicas,
al nacer un hermanito por ejemplo, es
común que nuestro pequeño
se torne extrañamente silencioso...
y en lugar de hablar, llora.
O sea que la regresión lo lleva
a usar del medio de comunicación
que utilizó por otra parte con
éxito, en una etapa anterior.
En general, el fracaso de la palabra como
vínculo expresivo, impulsa al niño
a manifestar por el llanto aquello que
quiere significar. Pero como es más
grandecito posee un dominio musculo-esquelético
muy superior al que ostentaba siendo bebé,
el llanto se combina con la expresión
motriz y se convierte en pataleta.
Las conocidas rabietas o pataletas comunes
en los niños de dos y tres años
merecen ser interpretadas como una comunicación
abortada. Como un llamado y un pedido
de ayuda. La pataleta es síntoma
de un desborde emotivo cuyo cauce comunicacional
ha fracasado. Quizás por la inmadurez
del niño como emisor del mensaje.
Quizás, por incomprensión
o indiferencia del adulto, como negados
receptores del mensaje infantil.
Pero también cabe la posibilidad
de la rabieta o pataleta como respuesta
del niño ante mensajes o motivaciones
adultas, que no puede metabolizar.
Como herederas del llanto, estas manifestaciones
no deben ser desoídas.
Tampoco cohartadas al tomárselas
como mero capricho.
Muchas veces, este pedido de auxilio expresado
infantilmente, se refiere a una puesta
de límites que le ayude a gobernar
sus propios impulsos o fantasías.
Otras veces es un desesperado pedido de
amor y atención. No pocas veces
se trata de una explosión que tiene
por origen una falla orgánica o
fisiológica.
PURAMENTE HUMANO,
COMO LA RISA
Dos máscaras,
una con el rostro del llanto, la otra
con el rostro de la risa, simbolizan al
Teatro, como expresión total del
Hombre.
Es que, tragedia y comedia, llanto y risa,
son privativas de lo humano.
No existe otra criatura viviente, al menos
en el planeta Tierra, capaz de la “facies”
del llanto o la risa. Aunque gimen muchos
animales y la hiena ría.
Pocos tiene que ver estas comunicaciones
con la sonrisa social o la congoja del
llanto humano.
Porque, no importa los años transcurridos,
el hombre regresará al llanto como
expresión máxima de la pena...
o la alegría, cuando desbordantes
e indefinibles los sentimientos que experimente
sobrepasen el caudal de las palabras.
Porque el llanto, desde el vagido vital
hasta su expresión adulta, esta
siempre, más allá de las
palabras.
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