El primer año
El niño que aprende a caminar lo
hace a intervalos.
Cuando se fatiga, se sienta inmediatamente
o bien adopta la posición de cuclillas.
Es un error grave,
contrario a las leyes naturales que rigen
su desarrollo, obligarlo a incorporarse
y proseguir la marcha.
La madre y quienes cuidan al niño
deben vigilar atentamente las evoluciones
del nuevo “caminante” de la
casa.. Un golpe malo puede traer, como
consecuencia lógica, el atraso
motriz que provoca el temor a sufrir otra
experiencia dolorosa y desagradable como
aquella.
Es necesario aquí no forzar al
niño a caminar contra su deseo.
Dejarlo “recordar” sus experiencias
felices anteriores. Seguramente, recurrirá
al gateo; se parará sosteniéndose,
reclamará ayuda otra vez para caminar,
y todo esto le devolverá la perdida
confianza en las propias fuerzas y el
problema habrá desaparecido.
Tratar-como suelen hacer muchas madres-
de hacer caminar al bebé antes
de tiempo, trae siempre, como consecuencia,
una frustración emocional y una
deformación física. Huesos
y articulaciones se ven forzados a mantener
una actitud para la cual no están
preparados.
Ayudar a crecer será siempre la
más hermosa misión de la
mamá.
Descalzo ¿Si
o No?
Este interrogante es
uno de los primeros que se formulan en
cuanto el bebé es capaz de caminar.Mientras
unos aconsejan a la madre dejarlo descalzo,
otros indican lo contrario.
Como siempre, el término medio
sale triunfante de la polémica.
Pero veamos por qué: varios son
los factores que deben sopesarse a fin
de adoptar la actitud que más beneficie
al niño. La temperatura del suelo
sobre el cual camina el bebé; la
textura del suelo; la temperatura ambiental;
la calidad del calzado.
El niño no debe caminar solo sobre
el piso duro y liso. Es conveniente que
use allí un calzado flexible como
su propio pie y que ofrezca a su bóveda
plantar un apoyo anatómicamente
construido.
Dentro de ese zapato, los dedos mantendrán
su posición natural, extendidos
y algo separados entre sí, en situación
de reposo. El dedo gordo conservando la
línea que se prolonga a lo largo
del arco interno y no dirigido hacia los
demás dedos.
El calzado debe permitir al bebé
realizar los movimientos de presión
sobre el suelo, que tan magníficamente
realizó en los meses anteriores.
Si es ajustado o rígido, este movimiento
no puede ejecutarse. Comienza aquí
una verdadera atrofia muscular y el desequilibrio
de las fuerzas que estos músculos
realizan, pues no pudiendo apoyarse sobre
los huesos en posición normal,
traccionan de ellos defectuosamente.
La hermosa bóveda del pie de su
bebé espera que usted la proteja
hastq que él pueda hacerlo por
sí solo.
Déjelo caminar descalzo, sobre
cualquier terreno que se adapte a su huella.
La arena, los suelos arcillosos, los montículos
de tierra removida, ofrecen al pie infantil
la mejor oportunidad de ejercitación
que pueda esperarse. Cuando la temperatura
es baja o existe el temor de lastimaduras
a causa de los accidentes comunes del
terreno (astillas, piedritas, vidrios)
proteja los pies del bebé con gruesas
medias que se adhieran suavemente. Observe
si son cómodas, no deben ser chicas
ni grandes ni caerse sobre el tobillo.
Camine usted primero sobre la zona en
que lo hará él, procurando
librarla de todo objeto que pueda lastimarlo,
y sobre todo no lo prive de esta experiencia
que le proporcionará salud y alegría.
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