El debut del bebé
en el agua
El debut de los bebés en la piscina,
se ha convertido en un encuentro saludable
y temprano al que cada vez más
familias acceden por consejo médico
o iniciativa familiar.
Apenas caído
el cordoncito umbilical, los pequeños
están aptos para comenzar, previo
control con el neonatólogo o pediatra.
El inicio es dulcísimo y cuando
se produce en las primeras semanas de
vida, es el padre quien entra al agua
para recibir al bebé, de manos
de la madre que aún atraviesa el
período puerperal.
Para papá, es también una
experiencia inolvidable que se traduce
en adelante en un especial apego hacia
los hijos.
Los vínculos padres-hijos tan complejos
y definitorios para la personalidad de
los niños, hallan en estas experiencias
un lugar propicio para desarrollarse de
modo óptimo.
Las primeras interacciones con los hijos,
basadas en el contacto y el sostenimiento
son mucho más que un simple abrazo
o algunas caricias. Para el lactante,
la forma en que es mirado, tocado o sostenido
es un mensaje directo que sienten por
él pero, a la vez, permite al niño
devolver ese amor con respuestas cada
vez más integradas y visibles.
Desde el nacimiento hasta el adiós
final, una serie de acontecimientos reconocidos
familiar y socialmente encadenan sutilmente
el desarrollo de la vida.
La importancia de la “primera vez”
ha sido reconocida ampliamente en todos
los tiempos y todas las culturas.
Con independencia del resultado, exitoso
o fracasado, nadie soslaya su importancia.
La psicología ha hecho posible
interiorizarse en algunos de los procesos
que en la mente y el cuerpo se viven,
cuando “la primera vez”, sobreviene.
La psiquis está tan involucrada
como el físico mismo y es esta
unidad la que confiere a la experiencia,
un impacto momentáneo y una huella
duradera.
Se sabe hoy que, a pesar de los matices
vitales que separan la primera mamada
del primer día en la visita a un
médico o la primera clase en la
universidad, por ejemplo, los casos se
parecen mucho. Se trata siempre, de la
“primera vez”.
Sin embargo, hay una situación
que hace al fenómeno interesante.
Cuando el debut es exitoso o frustrante,
la sensación de seguridad y autoconfianza
o inseguridad y desconfianza, se traslada,
inconsciente o conscientemente, a otras
circunstancias desconocidas.
Y hay más. Cuanto más joven
es el individuo, más sensible es,
ante las experiencias que constituyen,
una “primera vez”.
Sin embargo, aún lo vivido intrauterinamente
por primera vez, ha dejado su huella.
Ya no se discute la existencia de un psiquismo
fetal y la ciencia ha comprobado la capacidad
del feto para reaccionar ante estímulos
dolorosos y placenteros.
Importancia
de la prevención El mayor conocimiento
acerca de las ventajas que se adquieren
espontáneamente al afrontar con
éxito una experiencia nueva, ha
convertido a profesionales de distintas
áreas, en cuidadosos instrumentadores
de las situaciones nuevas.
Hace décadas que los rituales sociales,
más civilizados en la mayor parte
de los países, son hoy día
preparativos que tienden a acercar a los
protagonistas de la novedad conocida de
a poco, aunque no por completo.
Las etapas previas a cumplir tienen una
finalidad semejante.
El jardín de infantes prepara para
la escuela como antes la cuna para la
aceptación de la camita.
Un tema aparte lo constituyen los rituales
a veces sádicos (despedida del
ciclo escolar secundario, despedidas de
soltero), que esconden otros impulsos
y objetivos no conscientes.
El planeamiento sano del encuentro del
niño con la novedad trae consigo
la concreción de muchas expectativas
favorables de padres y maestros.
Meses o años más tarde,
al enfrentar un “debut” el
infante como el adulto se apoyarán
en las vivencias anteriores.
En el medio de las actividades acuáticas
hay múltiples posibilidades para
hallarse, de pronto, ante la sorpresa,
lo inesperado.
Como en otras cuestiones vitales, la sorpresa
en el agua tendrá resultados opuestos
según la habilidad que, para actuar
en el medio, posea cada uno.
La edad es un factor importante, porque
define la posibilidad de decidir y de
pensar lógicamente.
Como es natural, nadar es la respuesta
más importante ante una emergencia
acuática.
Nadar implica, no sólo moverse
a través del agua en forma armoniosa
y eficaz, sino que también amplía
el dominio de la respiración y
la emoción.
La supervivencia ante un accidente requiere
de este saber, el saber nadar en un amplio
abanico de experiencias.
Muchos temores provocados por las experiencias
negativas, se acrecientan en el caso de
inconvenientes respiratorios y caídas
accidentales.
El hundirse, tragar o inspirar agua, hechos
que se producen cuando se desconoce “el
arte de nadar” son sucesos traumáticos
que la memoria corporal y emotiva guardan
para siempre.
La primera entrada a la piscina revista
una importancia semejante al primer baño
familiar.
El debut acuático, se graba, afectiva
y sensitivamente y promueve conductas
posteriores de agrado o desagrado, no
importa el tiempo transcurrido.
El inicio feliz en la piscina es un maravilloso
regalo que los padres pueden hacer a sus
hijos, con independencia del abordaje
más o menos temprano de la Matronatación.
Aún las familias que carecen de
la posibilidad de realizar el aprendizaje
sistemático, que dura alrededor
de cuatro meses, pueden asegurar una iniciación
bajo la atenta mirada profesional, en
la Primera Escuela Argentina de Natación
para Bebés, la escuela más
antigua del mundo.
Los padres que, por distancia u otras
razones no pueden acercarse a la Capital
del país, pueden asesorarse sobre
los centros autorizados del interior.
Los que no pueden aún usar de ese
servicio, al conocer la importancia en
el futuro de este debut acuático
del hijito, procederán estamos
seguros, con el máximo amor y cuidado
para no asustar ni dañar a su bebé.
PRIMERA ESCUELA ARGENTINA DE NATACION PARA BEBES Soldado de la Independencia 1352 (1426) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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