Felices en el agua La Matronatación
en niños con necesidades especiales
Acostumbramos a juzgar
por nuestras propias vivencias y sentimientos
teniendo menos en cuenta lo que otros
pudieran experimentar. Sabemos que no
es fácil colocarse en ”la
piel del otro“ y que éstas
dificultades
aumentan cuando se trata de interpretar
a un niño de características
y
necesidades especiales.
Algunas patologías son tan graves
que inhiben en las personas su capacidad
para comunicarse y para experimentar los
intercambios afectivos con los demás.
No es éste, afortunadamente, el
caso de los niños con Síndrome
de Down, quienes son queridos y aceptados
con facilidad.
Repetimos a menudo que cada uno es un
ser único e irrepetible. En educación,
particularmente, las comparaciones y la
competencia no ayudan, al menos en la
primera edad. Todos los niños evolucionan
con ciertos parámetros típicos
que hace decir, un poco a la ligera, que
los niños sacan los dientes a los
6 meses, gatean a los 8 y caminan al año.
Un largo estudio pediátrico y nuestra
propia experiencia de 40 años en
Matronatación nos hace afirmar
que oscilaciones de entre 3 y 5 mes son
consideradas normales.
Hay niños que tienen su primera
dentición muy adelantada, así
como algunos caminan alrededor de los
15 meses. También, hay bebés
que no gatearán nunca ”saltando“
etapas, sin que eso signifique una alteración
en su desarrollo.
Es comprensible que los padres del bebé
Down tiendan a comparar continuamente
con la idea -equivocada- de apreciar mejor
la distancia entre las carencias de su
hijo y los logros de los niños
considerados normales. Los padres incurren
así, en un error parecido al de
aquellos otros muy competitivos, que comparan
para establecer cuánto más
inteligente, hábil o despierto
es su hijo. Esta es una modalidad que
deberíamos desalentar todos los
educadores de la infancia, porque arrastra
consigo una cantidad creciente de actitudes
erróneas que inciden en la crianza
de los niños en forma muy directa.
Por una parte los padres del niño
”Down“, por ejemplo, pueden
vivir inútilmente tristes muchos
meses, llegando a perjudicar la relación
entre ellos, y también a hermanitos
y al propio pequeño.
Los papás que aspiran a tener en
casa a un ”superbebé“,
pueden alegrarse
falsamente con las comparaciones en estos
primeros años.
Las medidas ”standard“ para
el crecimiento y desarrollo dejan a uno
y otro lado de la escala de medición
a niños que progresan a un ritmo
diferente que el grueso de sus pares de
la misma edad, siendo igualmente normales.
Cuando los padres comparan a su hijo con
otros de similar tiempo de vida, desconocen
cuál será la evolución
de cada uno en los próximos meses.
Se habla a veces de “mesetas”,
para nombrar a ciertos momentos típicos
del desarrollo infantil en que los progresos
aparentan detenerse. Estas mesetas también
son alcanzadas por los niños ”Down“,
y los padres no deberían sentirse
frustrados o desesperanzados creyendo
que se ha dado un paso atrás o
que el porvenir es desalentador. Los progresos
llegarán, más tarde o temprano,
y sus hijos lograrán por fin caminar,
saltar y correr y aún, ser autónomos
para su higiene y alimentación.
Tercos y sociables Cuando los niños
”Down“ comparten familiarmente
con hermanos normales o con otros pequeños
desde edad temprana, aprenden a socializarse
con mejores perspectivas. Para jugar en
el agua todo es más fácil,
porque el medio acuático que tanto
los estimula y divierte es, a la vez,
un freno a las actitudes que pueden desagradar
a otros niños.
Los bebés con esta patología
tardarán más en comprender
las correcciones, y conviene hacerlas
con mucha dulzura, aunque haya que explicar
muchas veces más que a los niños
normales. Todos los bebés manotean,
quitan juguetes, empujan y se obstinan
por tocar a otros. Los niños ”Down“
no son una excepción. Sin embargo,
mientras los otros chicos sujetan sus
acciones ante una mirada ”fuerte“
de los padres o un gesto de disgusto,
los niños ”Down“ persistirán
una y otra vez hasta que logren dominar
las conductas que molestan o hacen llorar
a otros niños. Por lo menos en
el agua, es fácil distraerlos y
apartarlos antes que
obtengan una respuesta irritada o desfavorable
por parte de otros padres
o niños. Esta separación
debe durar el tiempo suficiente para que
el pequeño encuentre otro estímulo
que le interese y, al rato, puede volver
a compartir con el compañerito
de juegos con el cual no lograba congeniar.
Los niños ”Down“ consiguen
atraer a los otros niños y despertar
simpatía
y deseos de protección, pero necesitan
ser acompañados en sus contactos
sociales de los primeros años.
Es importante que mantengan el interés
por compartir y que no se produzcan desilusiones
en ellos o en los otros pequeños
que se acercan confiadamente. En poco
tiempo, la conducta en el agua será
más simple, y los encuentros sociales
más placenteros para ellos y menos
exigentes para sus padres. Podrán
dejarlos interactuar cada vez con mayor
libertad y sin temor a que hagan o les
hagan daño.
Cuando llega la edad de compartir en el
jardincito encontrarán maestras
preparadas para ayudarlos.
Los niños ”Down“ logran
ser felices y hacer felices a sus padres
si están preparados para alegrarse
con ellos. Los padres, suelen estar llenos
de pena y sentimientos dolorosos. Ellos
podrían aliviar en gran parte estas
vivencias destructivas luchando desde
su cariño incondicional para lograr
el disfrute de las capacidades del hijo.
El hecho de alcanzar tarde las habilidades
evolutivas no debe impedir festejar estas
adquisiciones, y la familia puede mantener
el ánimo alto mientras espera.
Valorar lo bueno y lo sano en la persona
del hijo es un descubrimiento a perseguir.
La demostración de la alegría
es un ejemplo de enorme importancia para
los chiquitos que buscan constantemente
en el rostro de los padres y
otros adultos la aprobación para
sus acciones.
Los niños ”Down“ se
diferencian unos de otros, como cualquier
niño, por su carácter. Si
bien todos comparten la insistencia y
terquedad propias de la patología,
los niños que se crían en
medio de una familia que los acepta y
les proporciona serenidad y alegría,
”copiarán“ esta modalidad
y finalmente la convertirán en
un rasgo de su carácter.
Los bebés
Down llegan a ser buenos nadadores Al comenzar Matronatación
desde bien pequeños alcanzan índices
muy
buenos en relación al control respiratorio,
la capacidad para flotar y
avanzar. Disfrutan muchísimo de
los juegos en el agua y, a medida que
practican, se convierten en mejores nadadores.
Les costará algo más aprender
a zambullirse correctamente y eliminar
de su repertorio algunas actitudes que
son peligrosas. Existen algunas dificultades
para enseñarles a saltar y bucear.
Sin embargo -y si los adultos no se impacientan-
en un tiempo moderado consiguen hacerlo
bien.
Los niños ”Down“ pueden
ser muy buenos nadadores y esto los beneficiará
también en su desenvolvimiento
fuera del agua.
La regulación de la temperatura
corporal no es tan buena en los pequeños,
y habrá que cuidarlos en especial
de las diferencias climáticas,
ya que su sistema respiratorio suele ser
delicado. El agua pura y cálida
es una condición indispensable
para evitar desagrado, así como
otitis y resfríos.
Muchos niños ”Down“
suelen tener alteraciones cardíacas
que se corrigen
quirúrgicamente o con el crecimiento,
pero esto no invalida que puedan
aprender a nadar.
La calidad de vida -como en todos los
niños- mejora cuando se
es capaz de dominar mayor cantidad de
ámbitos (en este caso el medio
acuático) y alternar con diferentes
grupos sociales.
Los cuidados
Hasta que los niños
aprendan a controlar la respiración,
deberá evitarse la caída
de la carita sobre el agua, y también
el oleaje que pueda sorprenderlos.
Cuando los niños
están sentados sobre los bordes
de las piletas debe protegerse sus espaldas:
un movimiento brusco puede hacerlos
caer hacia atrás, aún
cuando tengan 4 ó 5 años
de edad.
Los juegos con
giros o vueltas deben ser breves, pues
los pequeños se marean con facilidad.
Paulatinamente puede aumentarse la cantidad.
Es preferible que
los juguetes sean livianos porque los
niños tardarán
en encontrar la fuerza justa para lanzar,
y podrían involuntariamente golpear
a otros niños.
No debe permitirse
que los niños corran alrededor
de las piletas; situación peligrosa
para cualquier niño, pero mucho
más para ellos a quienes les
cuesta equilibrarse.
Las posiciones
más aceptadas son las de ”boca
abajo“, y no se los debe perturbar
insistiendo en posiciones que les causan
malestar.
Los niños
”Down“ son capaces de controlar
la respiración bajo el agua,
lo que aumenta el beneficio respiratorio
y los favorecerá cuando aprendan
a hablar, sin embargo no debe exagerarse
la cantidad de inmersiones y prolongarlas
demasiado. A diferencia de otros niños,
ellos no avisarán aunque estén
muy exigidos.
Debe recordarse
que los pequeños suelen incurrir
en conductas desagradables con total
inocencia, y que el enojo de los padres
u otros adultos no les ayuda a corregir.
Es importante asegurarles el cariño
al mismo tiempo que se les indica por
qué alguna conducta es negativa.
El tiempo hará lo demás.
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