Los fumadores inocentes El cotidiano
contacto con el riesgo, produce, lento,
insensiblemente, un acostumbramiento que
acaba por amortiguar el temor inicial
y también las prevenciones necesarias.
A menudo, un
descuido inexplicable produce el accidente
fatal del veterano especialista en la
cuestión.
Un novato no hubiera incurrido en el error,
en la imprudencia que justamente comete,
quien más conoce el peligro y las
características del riesgo. “La
confianza mata al hombre” decían
los abuelos. Y algo de cierto ha de haber.
Fuman los adultos delante de los no fumadores.
Pero ellos no se defienden.
En el fondo quizás no creen en
los resultados funestos que la costumbre
de fumar el humo de los otros tiene para
la salud de quienes se cuidan por un lado
y se descuidan por otro.
Cigarrillo y cáncer es un sinónimo
trágicamente conocido a pesar de
la enorme posibilidad preventiva que significa
el no fumar y evitar estar respirando
en ambientes donde otros fuman con asiduidad.
Entrañables amigos se saludan con
cariño pero el que fuma continúa
infectando alegremente los pulmones del
otro que huye del hábito pero no
está por lo visto a salvo por su
propia precaución.
Cordiales oficinistas colaboran con sus
respectivos trabajos, son diligentes pero
enrarecen el aire con su vicio “inevitable”,
abarcando en el ámbito a sus afectuosos
colegas con los que creen comportarse
como el mejor amigo.
Aunque difícil de entender, esta
situación se da aunque en el recinto
trabajen mujeres embarazadas que tampoco
defienden la salud del hijo que llevan
en su seno.
Aún más doloroso es constatar
que padres amantes fuman en presencia
de sus hijos (convirtiéndose en
modelos, que no tardarán ellos
en imitar) y obligándolos a fumar
diariamente con el aire que respiran.
Los mismos padres muchas veces, se sienten
gratificados con sus niños y estiman
que su rol de padres es satisfactorio.
Atienden no sin sacrificios a las necesidades
familiares, se esfuerzan afectivamente
y estimulan con amor el crecimiento y
la educación de la prole.
Realmente no han hecho conciencia de la
realidad enfermante que obligan a compartir
a sus niños, quienes, obviamente,
no pueden defenderse de una agresión
semejante.
El humo del cigarrillo es una de las grandes
desventajas que el niño, debe soportar
durante años, mientras conviva
con sus padres. Se agregarán otros:
el smog, el stress escolar, la química
de los alimentos, sumados a las enfermedades
evolutivas.
La toma de conciencia no debería
demorarse. El médico familiar podrá
ampliar estos conceptos. El respeta a
la vida de los hijos se evidencia aquí
con toda contundencia como cuando intentando
mejorar la calidad de vida se esclarecen
cuestiones más impactantes como
los relativos a la vida sexual o la libertad
de opinión.
Los mismos padres no deberán considerarse
satisfechos hasta que su conducta diaria,
como en este caso, certifique la verdad
de su amor a los hijos, por encima de
su propio placer o necesidad, que por
otra parte, pueden cumplir en ambientes
separados.
Dra.
Patricia Cirigliano
Directora de la Primera Escuela
Argentina de Natación para bebés
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